El peronismo, ese coloso político que ha definido gran parte de la historia contemporánea de Argentina, se enfrenta hoy a una encrucijada crítica. La última derrota electoral y la desconexión palpable entre la dirigencia y las bases han dejado en claro que el movimiento está en un momento de crisis profunda, tanto material como simbólica. Esta situación exige una reflexión seria y un llamado urgente a la renovación y al cambio.
La Doble Derrota: Material y Simbólica
El fracaso electoral del gobierno de Alberto Fernández le provocó al peronismo una derrota material que es innegable. Los números no mienten: una economía en crisis, una gestión deficiente y un descontento generalizado entre la población. Estos son indicadores claros de un gobierno (el de Fernandez) que falló en su promesa de justicia social y bienestar económico.
Sin embargo, la derrota simbólica es aún más alarmante. La conexión histórica entre el peronismo y el pueblo argentino se ha debilitado. La identidad peronista, que alguna vez ofreció respuestas claras sobre lo que significa ser argentino y peronista, hoy se encuentra desdibujada. La narrativa de pertenencia y de lucha por la justicia social ha sido reemplazada por un discurso vacío y desconectado de las realidades cotidianas del pueblo.
La Crisis de Liderazgo
El liderazgo peronista está en crisis. La figuras que dan señales de querer liderar el peronismo se las ve reducidas a una especie de agencia de comunicación, más preocupada por entender y utilizar TikTok que por liderar un movimiento con propósito y dirección clara. Es doloroso ver a esas figuras relegadas a un rol superficial, perdiendo el contacto con el poder auténtico y transformador de la política.
Esta realidad es una muestra de que la política se ha transformado en un espectáculo de redes sociales, donde el éxito se mide por la cantidad de «likes» y seguidores, en lugar de por la implementación de políticas que mejoren la vida de los ciudadanos. Esta tecnificación de la política, donde los dirigentes se convierten en meros influencers, es una traición a los principios fundamentales del peronismo.
Es imperativo que el peronismo recupere una conducción política auténtica y efectiva. Necesitamos líderes que comprendan la profundidad de la crisis y que estén dispuestos a tomar decisiones audaces y responsables. La política no puede reducirse a una mera estrategia de marketing digital; debe volver a ser un instrumento de transformación social.
La Trascendencia en el Consumo y la Resistencia
Otro aspecto de esta crisis es la forma en que la trascendencia se ha desplazado del ámbito público al consumo individual. La política, que alguna vez fue un camino para la transformación y la justicia social, se ha reducido a una carrera por la fama y el éxito en las redes. La búsqueda de trascendencia se ha trasladado al mercado, donde el acceso al consumo y la capacidad de mostrarse a través de las redes sociales han pasado a primer plano.
Dicho de otra manera, la trascendencia, que antaño se buscaba en la lucha política y el compromiso social, hoy se juega en el terreno del consumo y la exhibición digital. Sin embargo, en medio de esta desolación, aún hay destellos de esperanza. Jóvenes creativos que crean medios alternativos, que escriben, que hacen teatro, que forman bandas de rock, representan una resistencia sutil pero significativa. No buscan la fama ni el éxito económico, sino la autenticidad, el acto de hacer por el simple hecho de hacer, de existir fuera del sistema.
Mientras haya quienes trabajen desde la sinceridad y la pasión, habrá un hilo de luz que desafíe la lógica consumista y superficial que predomina.
Un Llamado a la Acción
El peronismo debe enfrentar esta crisis con valentía y determinación. Es el momento de una profunda autocrítica y de un compromiso renovado con los valores que alguna vez hicieron grande al movimiento.
Necesitamos un liderazgo que sea capaz de reconectar con las bases, de escuchar y comprender las necesidades del pueblo, y de articular una visión clara y coherente para el futuro.
La historia del peronismo está llena de momentos de crisis que han sido superados con renovada fuerza y visión. Este puede ser otro de esos momentos, siempre y cuando los líderes y la base logren reconectar con los valores esenciales que alguna vez definieron al movimiento. La potencia del peronismo derrotado radica en su capacidad de reconocer sus errores, aprender de ellos y, sobre todo, mantener viva la esperanza de un futuro mejor para todos.
Este es un llamado a todos los peronistas: a reencontrar el camino de la justicia social, a renovar el compromiso con el pueblo y a construir, juntos, una Argentina más justa y solidaria. La derrota puede ser el preludio de una gran victoria, si tenemos el coraje de transformarla en una oportunidad para el cambio verdadero.