LAS PENAS SON DE NOSOTROS, LAS VAQUITAS SON AJENAS

El primer semestre de Javier Milei en la Casa Rosada logró un récord histórico: derrumbó el consumo de carne a niveles previos a 1920. Mientras las exportaciones aumentaron un 6,7% en los primeros seis meses de gestión libertaria, el consumo interno per cápita se redujo a 44,7 kilos. 

Por: 17-10.arg

El Gobierno nacional de Javier Milei produjo trágicas consecuencias en la industria nacional, las economías regionales, el mercado interno, las actividades productivas, el rol del Estado, los bolsillos de los trabajadores, el crecimiento de las pequeñas y medianas empresas, y las finanzas de las provincias. La desregulación de la economía y la desinversión del Estado, que se tradujo en la libertad criminal de aumentos en la comida, los combustibles, los alquileres, los medicamentos, las prepagas, la electricidad, el gas, el transporte público, el internet y el cable, dejó efectos drásticos en la vida de los argentinos, sus familias y sus comunidades. Estas decisiones se suman a una recesión autoinfligida de recesión y desindustrialización, que arrojó despidos, suspensiones y pérdida significativa de los ingresos y la capacidad de compra.

Las políticas de Milei consolidan una dirección inevitable de incremento de la pobreza y la desocupación, y de deterioro del bienestar de las infancias, de las juventudes, de las familias y de nuestros jubilados. 

El derrumbe sustancial del consumo de pan, leche y carne ratifica las emergencias y las urgencias actuales, donde se demuestra la frase del general Perón que la única verdad es la realidad. 

Esa realidad marca que el consumo per cápita de carne se encuentra en niveles extremos, llegando en los primeros seis meses de gestión de Milei a números que no se veían desde hace más de 100 años. Ese consumo estaba en 61,7 kilos por persona en 2005, mientras que tocó su récord  cuatro años después con un promedio de 69 kilos por cada argentino. Hoy, luego del primer semestre de gobierno de La Libertad Avanza, ese número se posicionó en 44,7%, bastante lejos del 53,4% conseguido en 2023. 

Sin embargo, mientras la carne aparece como un privilegio en los platos y las mesas trabajadoras de grandes porciones del pueblo argentino, las exportaciones volvieron a crecer. La carne se vende afuera, a precios internacionales mientras es imposible comprarla adentro. 

Déjà vu del granero del mundo, como si estuviéramos en épocas donde nos imponían un rol de productor de materias primas, sin capacidad industrial, dentro de una división internacional del trabajo que nos obligaba a la dependencia de las grandes potencias mundiales. 

Las penas son de nosotros, las vaquitas son ajenas y las ganancias de los mismos de siempre, que hoy tienen en Milei su instrumento más efectivo. Como dijo Jauretche, “si malo es el gringo que nos compra, peor es el criollo que nos vende”.